Recientemente el Consejo de Ministros dio luz verde para que la fiesta de los toros pase a ser competencia del Ministerio de Cultura y definitivamente se aleje de Interior, un Ministerio que entendió siempre la Fiesta como una manera más de diversión populachera y de escaparate para que sus dirigentes presumieran de palcos y prebendas, pero sin dar un palo al agua para dignificar un espectáculo que se le escapó de las manos para entrar en una fase depresiva y con evidentes y graves signos de perdida identidad al permitir que poco a poco fueran desapareciendo sus más elementales valores dejando en manos de taurinos desaprensivos el complejo entramado de nuestra Fiesta.
Aprovechando la debilidad actual de la situación política y haciendo uso de una demagogia manipuladora, estos taurinos con la inestimable ayuda de muchos asimilados juntaletras y algunos políticos cegados por aquellos, han conseguido introducir la Fiesta con calzador en el Ministerio de Cultura, a pesar de que la casa de la ministra Sinde no precisamente preparó la entrada con ansia y júbilo, sino que más bien a regañadientes. Fueron los que en la actualidad dominan el escalafón y principales actores de la depreciación de nuestra Fiesta los impulsadores principales del galimatías generado.
Todas las comunidades tienen asumidas las competencias taurinas y no precisamente en Cultura. Es Gobernación, Interior, Política Territorial o Delegación de Asuntos Taurinos, los títulos que la Fiesta tiene en lo relativo a competencia en las diversas autonomías. Reglamento va y viene dependiendo del coso que ofrece toros y así la cosa se sumerge en un esperpento de espectáculo que confunde a todos y nos dicta la cruda realidad de la desaparición de encastes, ganaderos arruinados, toros sin lidiar, descenso alarmante de festejos etc.
Mientras sigamos discutiendo y solapando esta triste realidad los de siempre irán a los suyo. Ahora el siguiente objetivo será la disminución del IVA y la consecución no ya de subvenciones municipales porque estas arcas tienen telarañas, ahora será ponerse a la altura de los Almodóvar de turno y arañar euros a Cultura.
Esta situación es desviar objetivos y perpetuar el actual descafeinado espectáculo, donde nadie se ocupe del fraude, de la pureza de la Fiesta y de lo más importante, el arte.
Parece un contrasentido, pero la realidad se impone y si Cultura fomenta y alienta el espectáculo tal y como hoy lo contemplamos, no parece que la Fiesta vaya a prosperar. Al contrario, seguirán dominando los de siempre. Se repartirán las pocas migajas que existan y la Fiesta quedara reducida a las grandes ferias. Ahora me gustaría ver si la televisión pública estatal sigue arrinconando la Fiesta y cumple con aquello del fomento de la tauromaquia volviendo a televisar corridas
Que tiempos aquellos donde imperaba la afición y el romanticismo. Donde la competencia por ser el mejor dominaba las temporadas de las grandes figuras. Donde la opinión de los ganaderos prevalecía sobre los nefastos veedores. Donde el aficionado distinguía una buena faena del tecnicismo imperante de hoy. Donde el arte consistía en dominar y torear y no como ahora que al toro hay que cuidarlo. Donde el taurino miraba por el aficionado y no le explotaba. Hoy se buscan ventajas en el orden de colocación en los carteles de las ferias. Ha desaparecido la suerte de varas. Antes el arte era inspiración y no un manual reiterado cada tarde. La estocada era la suerte suprema y no un mero tramite Se lidiaba el toro integro y no el medio toro. No dominaba el monoencaste. Se cuidaba escrupulosamente la selección de las reses.
Así se podría continuar con más argumentos, pero lo que dice la cruda realidad es que los aficionados desertan de las plazas, dando paso al público ocasional o en ocasiones al presumido del clavel. El taurino sabe que con esta gente en las gradas y contando con la subvención Sinde o del que le sustituya en las otoñales elecciones, puede seguir generando pan para hoy y el que venga mañana que arree.
Otro capitulo de la enrevesada situación es el papel que juegan en todo el entramado de la Fiesta los medios de comunicación. Son escasas las voces que se hacen eco de la situación, pero tampoco con mucho énfasis. Se limitan, cuando en un festejo se pasan mucho de la raya los actores taurinos, a una denuncia escrita suavecita en sus criónicas, pero sin molestar mucho, no vaya a ser que les aparten de los circuitos de tertulias, jurados, comidas, convites a ganaderías, revistas taurinas amarillas, etc.
Si acaso puede observarse algo positivo en el aficionado es el despertar de muchos de ellos por mor de las nuevas tegnologias de la red, donde la libre opinión y denuncias de situaciones de cada tarde, dominan las páginas y blog taurinos independientes.
Es algo que gusta poco al taurino dominante. Eso de que alguien le cante sus carencias y sus miserias y encima lo propague le hace pupa, pero es la única manera clarificar y defender la Fiesta, porque no nos engañemos, la fiesta que Cultura dice fomentar es la que en la actualidad carece de identidad propia, de esa identidad que es la emoción y el arte por encima de todo y que conduce a la verdadera definición de la Fiesta que es ARTE CON MAYÚSCULAS.
Si como parece va a ocurrir, el 20 de noviembre se produciría, ojala así sea, un cambio de Gobierno, los aficionados deseamos que la Fiesta también se incluya en el paquete, pero por los síntomas que ya estamos viendo en algunos sitios donde en Andalucía ya tiene las riendas el Partido Popular, como en Málaga, parece que incluso la cosa puede hasta empeorar. Seria perder una buena oportunidad y que de una vez por todas los aficionados de corazón, nada medradores, consigan hacer valer no solamente su dinero para ir a la plaza, sino que su voz sea tenida en cuenta para recuperar la identidad de la Fiesta.
Sevilla, 2 de agosto de 2011
Diego Martínez González. Pte. de UTAA. SEVILLA
CRISIS DE IDENTIDAD
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