U. T. A. A.

Con estos minbres, estos son los resultados. Mucho aburrimiento producido por la mediocridad y la vulgaridad. Lo que no puede ser, no puede ser y además es ……..
Seis de Alcurrucen, mal escogidos. Varios sin trapio y el sexto ni para plaza de segunda. Desarmonico, culipollo, falto de remate hasta decir basta y con algo de cara. Autores del desaguisado: el presidente Francisco Teja y un facultativo que gusta del toro chico y sin trapio: Luis Vazquez.
Estos animales de encaste nuñez mostraron conductas acordes con su procedencia. Abantos de salidas, con tendencia a la huida. Vulgares en los caballos y como se dice ahora, dejándose en la muleta y mostrando unos más, unos menos, embestidas sosas, pero con posibilidad de conseguir algo más de lo que sus matadores alcanzaron.
El falso debate de encuadrar los toros en este o aquel departamento ministerial esconde la realidad de los hechos. Esconde la vulgaridad del arte mediocre y adocenado que nos ofrecen la mayoría de los toreros de hoy y los de esta tarde caminan por esa senda. Tando El Cid como Luque, éste más que áquel, ofrecieron una ristra de pases de muleta sin profundidad, con salidas rectilineas, colocación fuera de cacho y repetición de mantanzos y enganchones. El resultado final es un espectáculo descafeinado que es donde precisamente habría que sitúar el debate de estos tiempos. Lo de menos son las competencias. El nudo principal es que el espectáculo hace aguas por todos los frentes y poco a poco, entre crisis y crisis, echan al aficionado de las plazas.
Mención especial para El Boni que en el tercero, que se quedaba y punteaba el capote, nos recordó el dominio y la buena lidia. Algo que también se está perdiendo y que con ese mismo estilo toreaba Martín Recio.
Las notas del pasodoble torero siguen saliendo al aire de Sevilla para rubricar la vulgaridad.