U. T. A. A.

Esta tarde ha sido esclarecedora en muchos aspectos de esta Fiesta moderna de hoy que ha creado el taurinismo andante de esta época.
Un mano mano a mano entre dos jovenes que aún no han llegado ni al 30% de su plenitud torera. Este combate era algo en otros tiempos reservado a toreros consagrados que luchaban por la primacía en el escalafón. Hoy nos anuncian a dos toreros, los cuales no tienen nada que ver uno con otro, y sin estar preparados para estos eventos se atreven en una feria como la de Sevilla a plantear una competencia artificial. Claro, así les fue a ellos y por ende a los que pagamos.
Aquí está la segunda cuestión. Los toreros y muchos de los juntaletras que le rien las gracias censuran al público porque alegan que se puso en contra de los toreros, pero es que para seguir en la pomada tienen que continuar en ese error a posta. El público y el aficionado, señores, es el que paga, mucho y bien y en consecuencia aunque a veces se confunda, tiene todo el derecho del mundo y más que ustedes, plumiferos de pacotilla, a decir lo que le gusta y lo que no.
Los toros de Fuente Ymbro tuvieron una presentación para no asustar a los litigantes, varios de ellos demasiado pequeños, casi todos flojos o venidos a menos y solamente el tercero y quinto con algo de materia gris brava, aunque con un puntito de picante, que impide a su matador, en esta caso Perera naufragar con ellos.
Si Gallardo, el dueño de estos bichos, continúa por esta linea de echar a los ruedos algunos animales que no dejan colocarse, que no se paran para permitir respirar al diestro, lo tiene claro. Desaparecerá de los carteles de las figuras de cristal de hoy en día.
Si ante toros flojos y chochones por un lado y otros con mas transmisión que requerían un torero firme y poderoso, no fueron capaces de poner entrega, valor y técnica suficiente, apaga y vámonos.
Salen devaluados. Luque después de Madrid ya lo estaba y nadie comprende sus cuatro tardes en Sevilla y Perera tendrá que ser más humilde y no montar el pollo del pasado año para venir el domingo de resurrección.
Ya lo dice aquello de que el toro, aunque sea bobo y borrego, suele poner a cada uno en su sitio.